El sacerdote Jesús Torresano Perea ofrece un pregón de Semana Santa cargado de sentimiento y con gran simbolismo poético 

Dentro de los actos de Cuaresma que preceden a la celebración de la Semana Santa quintanareña, la noche de este sábado, 25 de marzo, tenía lugar la celebración del tradicional pregón que ha pronunciado el sacerdote Jesús Torresano Perea.

La Iglesia Parroquial Santiago de la Espada de Quintanar de la Orden acogía este sábado, 25 de marzo, el acto del Pregón de Semana Santa que este año ha pronunciado el párroco de la localidad vecina de Lillo y natural de La Puebla de Almoradiel, que recibió el encargo, tal y como afirmaba, con sorpresa y con una gran responsabilidad.

Al acto acudía el alcalde de Quintanar de la Orden, Juan Carlos Navalón y concejales de la Corporación Municipal; el alcalde de Lillo, Julián Sánchez; el párroco de Quintanar, José Antonio Escobar y equipo de sacerdotes; el presidente de la Junta de Cofradías, Santiago Añover; y miembros de su Junta Directiva; así como numerosos vecinos y vecinas tanto de Quintanar de la Orden como de los municipos de Lillo y La Puebla de Almoradiel.

Tras saludar a las autoridades presentes y agradecer a la Banda Sinfónica Municipal, dirigida por Sebastián Heras, su participación y colaboración en el acto, Jesús Torresano Perea pronunciaba un pregón cargado de anécdotas, poesía y sentimiento que despertaba emociones en los presentes y que comenzaba haciendo un guiño a su niñez y juventud con recuerdos de un pueblo vecino del que conocía sus calles, sus fiestas, sus centros educativos, sus gentes y su Templo Parroquial en el que esta misma noche pronunciaba, con gran respeto y responsabilidad, el pregón de una de sus fiestas religiosas más simbólicas e importantes, la Semana Santa.

Entre sus recuerdos, Jesús hacía especial hincapié a la peregrinación de quinanareños y quintanareñas hasta el Cristo de la Salud y que con unos preciosos versos resumía esta vinculación diciendo “de Quintanar a Almoradiel hay un camino de manchega fraternidad que une al Cristo de la Salud y a la Virgen de la Piedad”.

Torresano Perea continuaba destacando cómo Quintanar prepara su Semana Santa un camino que inicia en la Cuaresma. “Los cristianos no debemos nunca olvidar que cada día es viernes santo porque cada día la libertad que Dios concedió al hombre es mal utilizada por éste y se vuelven a repetir injusticias, volvemos a emitir cual jueces sentencias y críticas injustas, se vuelve a cargar sobre las espaldas de muchos inocentes, una cruz y vuelve a haber un Gólgota en nuestro mundo y nosotros miramos para otro lado; cada día, insistía, se repite la Pasión del Nazareno de Jerusalén”.

Del Viernes de Dolores al Domingo de Resurrección

Jesús realizaba un repaso por los momentos más emblemáticos de la Semana Santa quintanareña, sus procesiones más significativas y los pasos y cofradías que forman parte de ella. Con versos y con anécdotas, con chascarrillos y ejemplos del día a día ofrecía una catequesis para dar sentido a estos días.

Comenzaba con el Viernes de Dolores teniendo presente a la Madre “porque todo camino comienza y desemboca en una madre y la Virgen de los Dolores de Quitanar guarda todo el dolor del mundo en su corazón”.

No olvidaba a los niños protagonistas en la Procesión Infantil a los que animó para que sigan involucrados y se empapen del sentido de la Semana Santa “porque son el futuro de las Hermandades”.

Sobre el Domingo de Ramos en el que se estrena la ilusión, el pregonero, explicaba que el paso de la borriquilla portando a Jesús en su entrada triunfal a Jerusalén, nos muestra otras espaldas más fieles, más nobles y más sensatas, como son los lomos de una borrica. “Si de verdad queremos ser seguidores de Cristo esforcémonos por tener espaldas de borrico pues las del hombre se vuelven y las del burro son fieles” aseveraba.

Continuaba Jesús con el Miércoles Santo con emotivas palabras al Cristo de la Humildad y proseguía con Jueves Santo, uno de los días, decía, que más cosas se pueden celebrar: la institución de la Eucaristía, la del sacerdocio, el mandato del amor… El Jueves Santo es mañana de reencuentros, de visita a las imágenes y las iglesias, tarde de Gloria que llega a su culmen en los Oficios de la Cena del Señor y la oración ante el Monumento. Torresano apuntaba que cada Jueves Santo es diferente “porque el amor es siempre creativo y distinto y es el Día del Amor Fraterno”.

Recordaba que la noche del Jueves Santo, las calles de Quintanar se convierten en un ir y venir de imágenes de las diferentes Cofradías, que dan sentido a lo que ocurrió en aquellas horas en las que Jesucristo se preparaba para la muerte. En ese sentido, se quedaba con dos escenas fundamentales: la Oración del Huerto y la Traición a Nuestro Padre. La primera, porque dijo le evoca a la cama de un hospital, a la habitación de una casa donde hay un enfermo, en definitiva, a aquel lugar donde alguien sufre. “Y la labor del cofrade es aliviar el sufrimiento y el dolor de su prójimo”. Sobre la Traición a Nuestro Padre manifestaba que, contemplar este paso le lleva a pensar lo que supone defraudar la confianza que depositan en nosotros. “El hombre que está cargado de valores poco a poco está perdiéndole el miedo a la traición y cada vez la lealtad escasea más”.

Seguía su intervención Jesús, tras las piezas interpretadas por la Banda Sinfónica Municipal, con preciosas poesías también para otras dos características procesiones de Quintanar “Los Pasos” y “La Campaná” con las que comienza un Viernes Santo donde la Cruz se convierte en el principal símbolo del cristianismo. “Cada uno lleva su cruz y vive su particular Viernes Santo en la vida, por eso, un cristiano nunca debe pasar por alto un Viernes Santo, mirar un crucifijo”.

Con el Sábado de Gloria y el Domingo de Resurrección todo llega a su fin y, sin embargo, Jesús insistía en la importancia de seguir avivando el amor de Cristo en nuestros corazones.  “No podemos dejar colgado en una percha, como las túnicas, nuestro compromiso cofrade porque seguiríamos haciéndonos trampas al solitario”. “No podemos ser cristianos solamente de Cruz”.

Con una vivencia personal, con la que se mostró emocionado, Jesús tuvo un recuerdo para todas las personas que han perdido a alguien en la vida invitándoles a no perder nunca la esperanza. “Tendremos días malos pero hay algo más fuerte como la esperanza, la alegría y el orgullo de compartir la fe en un pueblo, en una Cofradía, en una Asociación, el fruto de celebrar la Semana Santa es vivir en modo Pascua porque ser cofrade y amar la Semana Santa es ser testigos de Cristo”.

Concluía el pregonero con una reflexión por el 50 aniversario de la Junta de Cofradías poniéndola como ejemplo de una vida, de un conjunto de hechos irrepetibles que se han vivido en conjunto y que tienen que seguir viviendo. “Seguro, decía, que ha habido momentos malos, momentos en los que se quisieron tirar la toalla, noches sin dormir o algún que otro enfrentamiento pero aquí está el fruto y todo mereció la pena porque hoy Quintanar celebra una Semana Santa que es la envidia de todos y que da un testimonio cristiano que siempre se tiene que completar con el testimonio del cofrade”. “Y es que, añadía, el verdadero cofrade empieza cuando se quita la túnica y ahí se ven todos los que hacen bien porque son seguidores de Cristo”.

Jesús terminaba con un gran consejo y mensaje a la Junta de Cofradías “no dejéis de sembrar la semilla cristiana”.

Cerraba, como no podía ser de otro modo, con versos que levantaron al público al tiempo que regalaban fuertes aplausos al orador que, sin duda, conquistó con sus palabras a los asistentes.

Por último, y como agradecimiento, desde la Junta de Cofradías realizaron una serie de regalos a Jesús Torresano Perea para que se llevara un buen recuerdo de este día. Asimismo, también entregaron un recordatorio al director de la Banda Sinfónica Municipal agradeciéndole su disposición.

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